POETA MARINERO

A un pintor
A un poeta
A un amigo
En el fondo oscuro de tu alma
nueva, se dibujan las huellas repe-
tidas de tu carabela de oro, capitán;
marinero de fe y de sueño conquista-
dor del extraño continente que allá,
en el borde del mundo
se hunde a cada
crepúsculo en una teoría de angustias
infinitas…
de adioses…
de esperan-
zas…
de nostalgias…
todo viejo en
la brújula nueva de tu corazón,
derramado so-
bre la paleta magnífica de una páli-
da primavera leve, sacrificada en
sus entrañas de sublime y vivifica
materia de fuego.
Mientras tanto,
Dios esparce por el
Universo su irónico e
ininteligible aliento,
como un susurro de vi-
da…
de sospecha…
de
misterio…
Y tú,
pobre marinero,
pintor apasionado,
poeta visionario y
hombre náufrago en su nada y
en su todo,
gritas como loco a
tu tripulación de colores, mos-
trando tu corazón rojo en la
palma de tus manos:
“¡Tierra a la vista!”
Y es entonces cuando has terminado
un cuadro: has fundado, capitán de
tu carabela de oro, otra colonia
más en el gran universo del espíritu.